Sobre “el gran libertino” Giacomo Casanova mucho se ha escrito. Tanto así que otro legendario, Bruce Sprengteen, lo menciona en su canción “Es difícil ser un santo en la ciudad” (It´s hard to be a saint in the city) diciendo:
Nací triste y curtido, pero exploté como una supernova
Caminé como Brando rumbo al sol
Y luego bailé como Casanova
El propio Casanova dejó un voluminoso e incompleto legado (4.500 páginas) publicado póstumamente, titulado “Historia de mi vida” y, como no podía ser de otra manera, ingresado al índice de libros prohibidos por el Vaticano. Actualmente se la considera la obra más detallada y completa sobre las costumbres de la sociedad del siglo XVIII.
Un monje que usó condón
Giacomo Girolamo Casanova fue hijo de los actores Zaretta Farussi y Gaetano Casanova, aunque se sospecha que podría haber sido el hijo bastardo de Michele Grimani, un mecenas veneciano propietario del teatro San Manuele.
Debido a su precoz intelectualidad (leía y escribía en italiano, francés y latín) fue destinado a la vida eclesiástica, pero como era de esperarse, fue expulsado por sus constantes escarceos amorosos. Luego, su vida discurrió de ciudad en ciudad, muchas veces escapando de la justicia, para terminar como bibliotecario en Bohemia, donde escribió sus memorias. Allí narra sus aventuras con más de 100 mujeres y menciona varias veces el uso del condón. Al principio era reacio a usarlo, pero después se dio cuenta que era efectivo para el control de la natalidad y allí despertó su interés.
Protectores de pene
En la antigüedad se usaban protectores de pene, no como método anticonceptivo sino todo lo contrario: como amuletos para favorecer la fertilidad. También eran usados para proteger a su usuario en los combates, ante picaduras de insectos o simplemente para impedir la entrada de espíritus malignos.
El condón como método de prevención de enfermedades
Una de las primeras menciones al condón como método de prevención de enfermedades de transmisión sexual fue realizada por el anatomista italiano Fallopio en el siglo XVI. Este probó, en más de mil hombres, un capuchón de lino donde se introducía el glande y ninguno se contagió de sífilis. También se sabe que se usaban, con el mismo propósito, intestinos de cabra y cordero.
El condón como método anticonceptivo
Para el siglo XVII, el uso de vainas hechas con intestinos o vejigas de animales como método anticonceptivo estaba extendido en Inglaterra, acarreando la censura de la iglesia católica por considerarlo pecado.
¿Existió el Dr. Condom?
La leyenda popular cuenta que un famoso Dr. Condom, del cual derivaría el nombre del adminículo usado ampliamente en la actualidad, le proveía al rey Carlos II de Inglaterra estos métodos anticonceptivos para que no tuviera descendencia ilegítima. Lo cierto es que esta historia no se ha podido comprobar y la palabra condón recién aparece en escritos del siglo XVIII y su origen es incierto.
Casanova, el controlador de calidad
En el siglo XVIII ya se había comprendido la doble utilidad del condón; por un lado, para evitar enfermedades y por el otro para prevenir embarazos no deseados. Tanto es así que los prostíbulos los distribuían entre los clientes antes de sus encuentros con las prostitutas.
Casanova, quien al principio se negó a usarlo diciendo “no esperes verme encerrado en una piel muerta para demostrarte que estoy vivo”, luego se convirtió en el primer controlador de calidad. Para detectar cualquier agujero o pinchadura que pudieran tener, inflaba los condones antes de usarlos. Así se aseguraba que el esperma no llegara al óvulo de su amante de turno.
Los condones comenzaron a fabricarse y venderse masivamente a finales del siglo XVIII, aunque hasta el siglo XIX fueron usados principalmente por las clases adineradas; ya que las clases bajas, poco educadas, no estaban familiarizadas con las enfermedades venéreas y además los condones eran costosos.
Neumáticos y condones
Charles Goodyear es mundialmente famoso por su marca de neumáticos, pero el proceso que inventó, la vulcanización del caucho, significó una revolución para la industria de los condones. El proceso consiste en calentar el caucho con azufre para lograr un material más maleable y duradero, lo que proporcionó a los condones mayor elasticidad y resistencia. Estos condones se vendían como reutilizables y debían ser prescriptos por un médico que determinaba el tamaño que el paciente tenía que comprar.
Los condones modernos
Fue el látex el producto que transformó los condones. Esta suspensión acuosa del caucho permite al material estirarse hasta ocho veces su tamaño, por lo cual pueden producirse en “talla única”. Actualmente la mayoría de los condones consiste en un tubo de látex de 15-16 cm de largo, 5 cm de ancho y 0,07 mm de espesor.
Los árboles de caucho (Hevea brasiliensis, es su nombre científico) de donde se extrae el látex, crecen en Brasil, el sudeste asiático y oeste de África. Se le hacen tajos a la corteza por donde resbala la savia que se recoge y trata para transformarla en látex.
Control de calidad del siglo XXI
Actualmente se prueban tres aspectos de los condones: que no se rompan, que no se resbalen y que no tengan pérdidas; para ello se muestrean al azar en la línea de producción antes y después del empaquetado. Se estiran todo lo posible para determinar la resistencia del látex antes de romperse y se inflan para evaluar su fuerza. Si estallan antes de alcanzar un volumen determinado se consideran defectuosos. Esto nos indica que Casanova sentó las bases para el control de calidad de los condones modernos.
Bibliografía consultada:
Casanova, G. (2009) Historia de mi vida. Ed. Atalanta. Colección Memoria Mundi, Gerona.
Khan, F.; S. Mukhtar, I.K. Dickinson and S. Sriprasad (2013) The story of the condom. Indian Journal of Urology 29 (1): 12-15.
Youssef, H. (1993) The history of the condom. Journal of the Royal Society of Medicine 86: 226-228.