Su nombre –Mary Anning– quizás no te suene de nada, y probablemente, pocos libros de ciencia la mencionen, sin embargo, sus descubrimientos fueron algunos de los hallazgos geológicos más significativos de todos los tiempos. Esta “cazadora” y coleccionista de fósiles hizo numerosas contribuciones científicas como resultado de exploraciones que comenzaron en su infancia, en las costas donde vivía. Luego de años de ostracismo, Mary, una paleontóloga pionera, está comenzando a ver la luz.
Una exploradora infantil
Somos curiosos desde que nacemos, intentamos explorar y conocer todo ese universo que se nos presenta, y es eso lo que nos permite aprender. Según un estudio de la Universidad de California (2012), los niños y niñas piensan de forma similar a la empleada en ciencia. Cuando se enfrentan a los problemas y deben tomar decisiones, formulan hipótesis, hacen inferencias causales y aprenden a partir de la estadística y la observación, métodos que los convierten en “pequeños científicos”. Por otro lado, muchos de ellos suelen tener fascinación por los dinosaurios. Las razones son múltiples, pero entre ellas se destaca el hecho de que sean animales majestuosos, gigantes de otros tiempos… Aun siendo adultos, nos cuesta imaginar que habitaron la faz de la Tierra hace millones de años y fueron los vertebrados terrestres dominantes durante 135 millones de años, desde el inicio del Jurásico (hace unos 200 millones años) hasta el final del Cretácico (hace 66 millones de años).

Mary Anning no fue la excepción a ninguno de estos hechos; una niña curiosa, exploradora y apasionada por los fósiles de criaturas desconocidas para su época. Nació en 1799 en el seno de una familia pobre, en Lyme Regis (Dorset), una pequeña localidad de la llamada “costa Jurásica” al sur del Reino Unido, en la que los acantilados guardan evidencia fosilizada de la vida en la Tierra hace millones de años. La mayoría los vestigios prehistóricos hallados en el lugar datan de la era jurásica, de ahí su apodo.
Llamativamente, en aquella época los dinosaurios –como tales– eran desconocidos académicamente, y si bien durante miles de años sus fósiles habían captado la curiosidad de diversos estudiosos, no fue hasta 1842 que recibieron tal denominación. Maravillado por los especímenes hallados en el sur de Inglaterra en su época, el joven Richard Owen reconoció que los restos tenían una serie de características distintivas. Eran «lagartijas terribles», decía, una familia diversa de extraordinarios animales que merecían un grupo taxonómico propio al que llamó Dinosauria.
Como muchas mujeres y niñas en Lyme Regis de ese momento, Mary tenía poca educación formal. Sin embargo, fue capaz de leer y aprendió por si misma geología y anatomía. Tuvo pasión por la búsqueda de fósiles desde pequeña la cual heredó de su padre Richard, a quien acompañaba regularmente a los acantilados próximos a la costa. Richard era ebanista y ocasional coleccionista de fósiles, los cuales vendía a los turistas. Su temprano fallecimiento, en 1810, dejó a su familia endeudada y sin el pilar de sustento económico. Ante tal situación, el hermano de Mary tomó un puesto como aprendiz de tapicero y su madre alentó a la niña a ayudar a pagar las deudas de la familia vendiendo sus hallazgos.
La familia Anning vivió en la pobreza y el anonimato, vendiendo fósiles hasta principios de la década de 1820, cuando uno de sus clientes más entusiastas y adinerados, el teniente coronel Thomas James Birch, simpatizó con la desesperada situación financiera familiar. Él decidió subastar los fósiles que les había comprado en su nombre y donar los ingresos a la familia. En una carta escrita previa a la subasta al famoso Gideon Mantel -responsable de haber descubierto el primer fósil de un dinosaurio reconocido como tal-, el Teniente Birch le comentaba que “los Annings no deberían vivir en una dificultad considerable», ya que habían encontrado “casi todas las cosas buenas, que han sido sometidas a investigación científica …». Este acto generoso puso a la familia en contacto con la comunidad geológica y les permitió dedicarse con más ímpetu al coleccionismo y venta de fósiles. Toda la familia Anning participó en su búsqueda, pero la habilidad y dedicación de Mary produjo muchos hallazgos notables. Los fósiles que Mary y su familia encontraron y prepararon fueron buscados con entusiasmo, no solo por museos y científicos, sino por nobles europeos, muchos de los cuales tenían colecciones privadas sustanciales de fósiles y otras «curiosidades».
El primer ictiosaurio
A Mary Anning se le ha atribuido el descubrimiento del primer fósil de ictiosaurio conocido por la comunidad científica inglesa. Hablamos de un reptil marino de grandes dimensiones con aspecto entre pez y delfín, que respiraba por pulmones y tenía un cuerpo liso desprovisto de escamas. Sin embargo, esto no es del todo cierto; en realidad se trató de un descubrimiento en conjunto con su hermano.
El espécimen probablemente fue descubierto en algún momento entre 1809 y 1811, cuando Mary tenía tan solo 10 a 12 años de edad. Aparentemente, su hermano habría encontrado un cráneo fosilizado de aspecto muy extraño y Mary habría excavado y buscado con esmero el contorno de su esqueleto que terminó teniendo unos 5,2 metros de largo. Cuando terminó la excavación, varios meses después, todos en la ciudad sabían que había descubierto lo que debía haber sido un monstruo. Incluso, algunos científicos pensaron que se trataba de un cocodrilo. El ejemplar fue vendido al Museo de Historia Natural de Londres y descrito por primera vez en una publicación científica en 1814 por el cirujano inglés Everard Home, quien sugirió que era similar a los peces. El misterioso espécimen fue estudiado durante años. Eventualmente se llamó Ichthyosaurus o «lagarto pez». Hoy sabemos que no era pez ni un lagarto, sino un reptil marino que vivió hace millones de años (entre 201-194 millones de años).

El plesiosaurio que hizo dudar a Cuvier
Mary hizo muchos descubrimientos, pero quizás el más importante, desde un punto de vista científico, fue el hallazgo, en 1823, del primer esqueleto completo de un plesiosaurio, un reptil marino de cuello largo. Tan extraño era el espécimen y tan rápidamente se difundió la noticia, que pronto hubo rumores de que el fósil era falso. El famoso anatomista francés, Georges Cuvier, conocido como el ‘padre de la paleontología’, dudó de la validez del espécimen cuando examinó por primera vez un dibujo detallado. Incluso se programó una reunión especial en la Sociedad Geológica de Londres, aunque Mary no fue invitada. Una vez que Cuvier se dio cuenta de que se trataba de un verdadero hallazgo, los Annings se convirtieron en legítimos y relativamente respetados “buscadores de fósiles” a los ojos de la comunidad científica.

Este descubrimiento fue seguido por el del Pterodactylus o «dragón volador», en 1828. Por esa época Mary descubrió una extraña mezcla de huesos, con una larga cola y alas. Una vez más, las noticias de su descubrimiento viajaron rápido. Los científicos de Londres a París teorizaron sobre esta especie desconocida de la más rara y curiosa de todos los reptiles. Lo que había encontrado eran los primeros restos atribuidos a un Dimorphodon. Fue el primer pterosaurio descubierto fuera de Alemania. El nombre Pterodactyl fue acuñado más tarde. A diferencia de los ictiosaurios y plesiosaurios, los pterosaurios tenían alas y se creía que eran los animales voladores más grandes de la historia.
Otra de las contribuciones de Mary a la ciencia, aunque quizás menos glamorosa, fueron sus observaciones y estudios acerca de los coprolitos o heces fósiles.
Video del Museo de Historia Natural de Londres. Los subtítulos pueden traducirse al castellano.
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La historia de la ciencia no siempre ha sido justa, menos con las mujeres
A pesar de su creciente reputación por encontrar e identificar fósiles, la comunidad científica dudaba en reconocer el trabajo de Mary Anning. Los científicos masculinos -que con frecuencia compraban los fósiles que Mary descubría, limpiaba, preparaba e identificaba- a menudo no reconocían su contribución en los artículos científicos sobre los hallazgos. Incluso la Sociedad Geológica de Londres se negó a admitirla; de hecho, no admitieron mujeres hasta el año 1904.
Los descubrimientos de Mary Anning fueron algunos de los hallazgos geológicos más significativos de todos los tiempos. Proporcionaron evidencia que fue fundamental para el desarrollo de nuevas ideas sobre la historia de la Tierra. Incluso desempeñó un papel clave en la información del trabajo de geólogos contemporáneos, en particular William Buckland, Henry de la Beche y William Conybeare. En el momento de su muerte, la geología estaba firmemente establecida como su propia disciplina científica.
Los reptiles marinos que Mary desenterró sacudieron a la comunidad científica para que observara diferentes explicaciones de los cambios en el mundo natural. Todos sus hallazgos hicieron tambalear las teorías creacionistas que por aquel entonces dominaban el debate científico, y erigieron los pilares de la teoría de la evolución por selección natural que formularía Charles Darwin años después. Esta enorme contribución a la historia de la ciencia quedó difuminada por su carencia de estudios universitarios, sumada al sexismo y clasicismo de la élite científica de la época, que otorgó el mérito del descubrimiento de los restos fósiles a los naturalistas que los compraron. Tuvo que transcurrir mucho tiempo hasta ser reconocida como “madre de la paleontología” y nombrada miembro de la Sociedad Geológica de Londres.
Mary murió de cáncer de mama en 1847. Tenía tan solo 47 años y todavía estaba en una situación financiera precaria, a pesar de una vida de extraordinarios descubrimientos. Hoy en día, el Museo de Historia Natural de Londres muestra varios de sus hallazgos incluyendo el ictiosaurio, el plesiosaurio y pterosaurio. Al igual que hace dos siglos, sus fósiles continúan cautivando a visitantes de todo el mundo. Descripta como “la mejor paleontóloga que el mundo haya conocido» aún hoy es relativamente poco conocida. Ojalá este artículo pueda sumar un granito de arena para revertir la situación.
Fuentes consultadas:
-Alison Gopnik. “Scientific Thinking in Young Children:Theoretical Advances, Empirical Research, and Policy Implications”. Science. 27 de septiembre de 2012. Vol 337. 10.1126/science.1223416
-William Elgin. “Fossil amphibians and reptiles”. 1954. British Museum (Natural History). Department of Palaeontology – Swinton.
-www.myheritage.es
-kaikoura-museum.co.nz
-www.lymeregismuseum.co.uk
-www.nhm.ac.uk/discover
-www.ucmp.berkeley.edu
-www.biodiversitylibrary.org