Conocidos como Mummichog, en inglés, los fúndulos (Fundulus heteroclitus) son pequeños peces eurihalinos (capaces de vivir en aguas que tienen un amplio rango de concentración de sal), típicos de Norteamérica. No solamente que algunos de estos peces estuvieron en el espacio sino que además, resisten ambientes acuáticos altamente contaminados. Así, tal cual, como si fueran de otro planeta.
Biología del pez que conoce el espacio
Es una especie gregaria y suele formar densos cardúmenes. Su alimentación es fundamentalmente zoófaga (se alimenta de animales) y, en parte, herbívora. Son pequeños, alcanzan tallas de hasta 10 cm, con máximos de 15 cm. Presenta dimorfismo sexual (variaciones fenotípicas entre macho y hembra). Los machos son de menor tamaño que las hembras y presentan bandas gruesas transversales a lo largo de ambos costados. Las hembras son de mayor tamaño y de color gris, con algunas bandas verticales.

Un pez espacial
En 1973, Fundulus heteroclitus fue pasajero del Skylab la primera estación espacial estadounidense permanente puesta en la órbita terrestre. Fue parte de un experimento sobre el equilibrio y la orientación con gravedad cero. El objetivo era evaluar los efectos de la reducción de la gravedad en el sistema vestibular (relacionado con el equilibrio y el control espacial) de los peces.
Soportan aguas contaminadas
Además de haber estado en el espacio, parece que estos peces son tolerantes a los fondos limosos contaminados que, normalmente, son letales. Según un estudio, estos peces habitan estuarios de marismas de la costa atlántica de los Estados Unidos, incluidos los sitios contaminados con mezclas complejas de contaminantes industriales persistentes.
El equipo investigador señala que algunas poblaciones de peces marinos residentes en sitios contaminados exhibieron tolerancia hereditaria a niveles normalmente letales de estos contaminantes altamente tóxicos, como pueden ser los bifenilos policlorados (PCBs, por sus siglas en inglés-) –una amplia variedad de compuestos organoclorados– y los hidrocarburos aromáticos policíclicos (PAH). Éstos últimos son compuestos químicos conformados por dos o más anillos aromáticos fusionados. Son producto de combustiones incompletas de combustibles fósiles, madera, carbón y tabaco, principalmente.

La razón por la que los PCBs y PAH puede ser tan nocivos es que se acoplan a una proteína llamada AHR (receptor de hidrocarbuos de arilos). Esta proteína, tanto en humanos como en peces, es un factor de transcripción citoplasmático (modula la expresión de genes) involucrado en diferentes procesos celulares. Los más estudiados están asociados a la respuesta adaptativa al estrés celular. En este punto actúa como un sensor de señales endógenas o inducidas por xenobióticos (sustancias químicas no producidas naturalmente) y media una respuesta adaptativa que involucra la inducción de enzimas metabolizadoras de xenobióticos para poder eliminarlos. Además, actúa como interruptor que pone en marcha o interrumpe el desarrollo embrionario. Las consecuencias a exposiciones de niveles altos de estos compuestos son, como mínimo, malformaciones congénitas durante el desarrollo.
En el artículo, los autores demuestran que los animales provenientes de zonas contaminadas presentan mutaciones en los genes que codifican para la proteína AHR y en genes que codifican para proteínas con las que interactúa la AHR. Los niveles de la proteína AHR habían disminuido en los fúndulos tolerantes a la contaminación. Si se exponían a los PCB y PAH, ya no se ‘activaba’ de forma tan intensa como en los peces de aguas limpias. Impresionante.
Bibliografía consultada
-Science, 2016: Vol. 354, Issue 6317, pp. 1305-1308 DOI: 10.1126/science.aah4993
-Evolutionary Applications 2017;10:762–783. DOI: 10.1111/eva.12470
-FishBase
-Miteco. gob.es