BioArte: arte & ciencia

¿Qué tal si pensáramos en la capacidad de la ciencia para crear obras de arte o en las creaciones artísticas como elementos para reflexionar sobre los avances científico-tecnológicos?

Tiempo de lectura: 8 minutos

Probablemente puedas tener una idea más o menos definida de qué es la ciencia y que no lo es, y si no es así, existen diversas pautas que permiten marcar la diferencia. Por el contrario, definir el arte resulta algo más complejo. Podemos ver el arte como una herramienta para expresar ideas, emociones, percepciones y sensaciones. También podemos considerarlo como el conjunto de las creaciones realizadas por el ser humano para expresar una visión sensible acerca del mundo – ya sea real o imaginario- empleando recursos plásticos, lingüísticos o sonoros. Y es en este último caso que el número de posibilidades de lo que es “arte” se vuelve casi infinito…

Si pensamos en la capacidad de la ciencia para crear belleza podemos preguntarnos: ¿se puede hacer arte empleando conocimientos y tecnología científica? La respuesta es: por su puesto. Y… a su vez, ¿qué tal si esas creaciones artísticas nos permiten reflexionar sobre los avances científico-tecnológicos, sobre los cambios que la biotecnología puede conllevar en la concepción de lo que se considera como natural? Es decir, emplear el arte para interpelar al observador a hacer reflexiones bioéticas. En todos los casos estamos hablando de BioArte.

¿Bioarte?

Aunque dependiendo de la fuente hay sutiles diferencias respecto a su definición, según expresan en el Museo de Historia de la Ciencia de Oxford, Inglaterra, el BioArte es un área emergente de la práctica artística que reúne arte y ciencia utilizando medios biológicos y científicos, así como métodos artísticos para crear obras de arte. Explora la relación entre los seres humanos, la ciencia y la ética. Los bioartistas trabajan con bacterias, animales, tejidos vivos, entre otros, y también estudian los procesos de la vida. Empleando biotecnología o herramientas de ingeniería genética, las obras de arte se producen en laboratorios, galerías o estudios de artistas. El trabajo de los bioartistas puede ayudar a ofrecer nuevos significados para nuestras vidas tras el descubrimiento científico o plantear problemas para el debate social y ético.

Según el proyecto IDIS (Investigación en Diseño de Imagen y Sonido) de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires, el Bioarte se trata de una práctica que utiliza tejidos, bacterias, organismos vivos y procesos de la vida para crear obras de arte que desdibujan las distinciones tradicionales entre ciencia y arte. La mayoría de estas obras tienden hacia la reflexión y la transmisión de una visión política y social crítica.

Las manipulaciones estéticamente inspiradas en el mundo biológico tienen larga data. Los griegos clásicos notaron homologías en las geometrías de la fisiología humana y otras formas en la naturaleza. Por otra parte, la historia de la ilustración científica refleja la influencia de los biólogos en los artistas de los siglos XIX y XX. Los ejemplos incluyen las colaboraciones de Charles Darwin y Oscar Rejlander, considerado uno de los pioneros de la fotografía artística en la época victoriana, y el trabajo del biólogo alemán Ernst Haeckel influenciando notablemente al pintor alemán surrealista Paul Klee. El descubridor de la penicilina, Alexander Fleming, constituye otro ejemplo; creó «pinturas de gérmenes» en papel en la década de 1920, ilustrando figuras de palo, soldados y casas…

Puede que algunas de las historias que se abran paso en este relato resulten impactantes o, en algunos casos, chocantes para el modo que tenemos de concebir y respetar la existencia en sí misma, la naturaleza y los seres vivos que habitan en ella. Sin embargo, existen; están por diversos rincones del mundo pululando y contarles sobre el tema también es una forma de invitarlos a reflexionar. Antes de empezar recordemos que la ciencia no es “buena” ni “mala”, son los usos que hacemos de ella los que están sujetos a juicios de valor.

Fluorescencia, transgénesis y arte

Fuente: YouTube.

La obra de bioarte más famosa y cuya autenticidad se ha puesto en duda, data del año 2000 y se conoce como el conejo Alba. Fue idea del artista brasileño Eduardo Kac y aparentemente se trató de una criatura modificada genéticamente, un conejo albino en cuyo ADN se insertó la proteína verde fluorescente (Green Fluorescent Protein – GFP-) presente en ciertas medusas, la cual hacía que el mamífero brillara bajo focos de luz negra. Según el artista, solicitó apoyo de un laboratorio francés para su desarrollo. La existencia de este animal acaparó titulares de los principales periódicos y noticieros del mundo e impulsó intensos debates. Sin embargo, uno de los científicos franceses negó haber colaborado con el artista, apelando que los conejos de su laboratorio estaban allí desde hacía varios años y con fines de investigación. Por otra parte, los científicos advirtieron que los ojos y las orejas del conejo son verdes bajo la luz ultravioleta, pero el pelo no brilla, porque es un tejido muerto que no expresa el gen. Solo si el conejo fuera afeitado el cuerpo brillaría. Otros investigadores y artistas que han realizado proyectos similares a los de Kac han dudado de la autenticidad de la fotografía del conejo.

Otro de los proyectos de Kac data del año 1999 y fue denominado Génesis. En él, el artista tomó el versículo 1:26 de ese libro de la Biblia para luego transformarlo a código Morse, y de ahí, a lenguaje de ADN a fin de introducirlo en bacterias de la especie Escherichia Coli (una de las más empleadas en investigación en los laboratorios). Dichas bacterias fueron colocadas en placas de Petri donde podían ser sometidas a luz ultravioleta por parte de los asistentes a la exposición del museo quienes podían irradiarlas a voluntad para provocar mutaciones. Según el artista, la idea era crear información genética artificial e introducirla en un ser vivo como una manera de rebelarse contra la naturaleza y la religión.

Arte con levaduras

Hace un tiempo, en un artículo publicamos cómo, empleando levaduras, es decir, -los pequeños hongos microscópicos que sirven para hacer pan, vino y cerveza- se podía también pintar.

Proteínas, mariposas, biología molecular y arte

La artista portuguesa Marta de Menezes ha explorado la interacción entre arte y biología trabajando en diferentes laboratorios junto a científicos para demostrar la posibilidad de utilizar las nuevas tecnologías biológicas, ADN, proteínas y organismos vivos como medios de creación artística. Entre algunos de sus trabajos encontramos Nature? del año 1999, donde, con la ayuda de científicos, modificó genéticamente los patrones de las alas de mariposas induciendo el desarrollo de patrones nunca antes vistos en la naturaleza. Las alas de las mariposas seguían siendo exclusivamente de células normales, sin pigmentos ni cicatrices artificiales, pero diseñadas por un artista. La obra duró el tiempo que vive una mariposa.

En el año 2002 creó un retrato proteico; una proteína que no existía en la naturaleza. La llamó mArta y es el retrato de la artista. La molécula estaba compuesta de aminoácidos en una secuencia que contiene el nombre de la creadora (Marta Isabel) los apellidos de sus padres (Sobrao, de la madre, y Rivero de Menezes, del padre) y de su marido (Da Silva Graça) de acuerdo con la convención científica para designar aminoácidos por letras individuales, con algunos cambios debido al hecho de que solo hay 20 letras para los 20 aminoácidos diferentes.

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La proteína marta es una obra de arte cuya exposición contaba de cuatro vídeos, una simulación de la estructura de la proteína y el taller de trabajo de la artista. En este enlace se pueden ver los detalles del proyecto.

Sus trabajos más recientes son Truly Natural y “El origen de las especies – post evolución – Drosophila / Wolbachia”. En el primero de ellos explora el tema de la edición génica de organismos a través de la tecnología CRISPR-Cas9 empleando la técnica para eliminar transgenes de los OGMs. Según explica en su página, la sociedad de hoy está cada vez más preocupada por la distinción entre lo que es natural y lo que es modificado por la intervención humana, sin embargo, con las diversas herramientas biotecnológicas se está volviendo difícil distinguirlo. Por ello, en Truly Natural la artista aprovecha la tecnología CRISPR-Cas9 para editar el genoma de un OGM y revertirlo al estado salvaje. Por otro lado, en la obra “El origen de las especies”, tres especies diferentes: un artista, un filósofo y un científico, desarrollaron una relación de trabajo para demostrar los límites de una interacción entre otras dos especies (simbiontes): Drosophila (la mosca) y Wolbachia (una bacteria que protege a las moscas de otras infecciones).

Esculturas cultivadas

Julia Reodica es una artista norteamericana que realiza esculturas de tejidos cultivados. Con su obra HYMNEXT comenta la sexualidad moderna como una confrontación con los roles tradicionales del cuerpo femenino. La artista utilizó su propio tejido vaginal combinado con células musculares humanas y animales para crear himen diseñado artificialmente.

Oreja en el brazo by Stelarc. Créditos foto: Trends in Biotechnology.

Stelios Arcadiou es un artista australiano cuyos trabajos se centran sobre todo en la extensión de las capacidades del cuerpo humano. En 1972 se cambió legalmente su nombre a Stelarc. La mayoría de sus piezas tienen como base la premisa de que el cuerpo humano es obsoleto. En uno de sus trabajos cultivó una réplica de una cuarta parte de su oreja en un biorreactor giratorio. Un proyecto posterior llamado “Oreja en el brazo”, implicó la implantación quirúrgica de un Medpor (un material poroso, biocompatible) en forma de oreja en el antebrazo izquierdo del artista. Este proyecto tuvo como objetivo crear conciencia sobre «lo que significa ser humano».

Bioarte y microorganismos

Numerosos son los artistas que trabajan con microorganismos. Anna Dumitriu es una de ellas. Es reconocida internacionalmente como una pionera en el BioArte y conocida por su trabajo con bacterias y biología sintética. Anna es británica y trabaja con esculturas, instalación y medios digitales para explorar nuestra relación con enfermedades infecciosas, biología sintética y robótica.

Luciana Paoletti es una artista argentina que trabaja creando paisajes con microorganismos (hongos y bacterias) además de pintar con ellos.

Incluso existen certámenes mundiales donde se busca las mejores formas de hacer arte en placas de Agar. “Agar Art”, organizado por la Sociedad Americana de Microbiología (ASM), es uno de ellos. Una científica argentina resultó ganadora recientemente por su trabajo que emula constelaciones con bacterias del género Salmonella, creadas sobre agar sólido en placas de Petri.

Seguramente me quedaron fuera de este artículo cientos de bioartistas cuyos trabajos son por de más de interesantes. La idea no era explorar todo el universo de posibilidades, pero sí, al menos, saber que “existe este universo” artísticamente creado. Además de interconectar áreas que parecen alejadas, muchas de estas creaciones nos interpelan e invitan a una reflexión profunda acerca de los límites de los desarrollos y avances científico-tecnológicos.

Fuentes consultadas:

– Yetisen, A., Davis J., Coskun, A., Church, G., and Hyun Yun, S. (2015). Bioart. Trends in Biotechnology. Volumen 33, issue 12, p724-734, doi.org/10.1016/
– Web: ludion.org
– Web: vimeo.com/channels/bioart
– Web: proyectoidis.org
– Web: www.mhs.ox.ac.uk
– Web:www.unamglobal.unam.mx
Exploring the complexities of bioart

Foto de portada: «Untitled» by Daria Fedorova

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