Verde que te quiero verde: ¿mocos?

En un estado de salud normal nuestra mucosidad suele ser trasparente, pero cuando nos enfermamos, muchas veces terminan siendo de color verde. ¿Por qué?
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Seguro que alguna vez en tu vida estuviste resfriado o con gripe, te sonaste la nariz y ¡zas! ahí aparecieron ellos, los terribles y acumulables “mocos” que tanto pueden llegar a incomodarnos, más que nada si hemos olvidado tener a mano nuestro paquete de pañuelos. Pero eso no es todo, no se trataba de esa secreción amigable y transparente que puede escapar de la nariz en un día cualquiera cuando nos sentimos bien, sino que era verde y espesa. Ahora sí, no me cuentes el nivel de incomodidad al descubrir eso y que además, ¡no tienes pañuelos! En fin… este post no va de situaciones incómodas, ni tampoco del poema de García Lorca, sino de cómo estas secreciones adquieren su particular color.

Las barreras de protección

La forma más efectiva de no contraer una enfermedad es evitar el contacto con patógenos (virus, y bacterias, entre otros). Para nosotros, como muchos otros animales, la barrera más importante para la entrada de patógenos es la piel. Sin embargo, nuestro cuerpo tiene muchos huecos en esa “barrera”, donde el tracto digestivo, el aparato reproductor y el respiratorio entran en contacto con el exterior. ¿Qué nos protege en esos lugares?, una barrera física en forma de moco que disuade la entrada de los patógenos.

La mucosidad es una secreción de las células dentro del epitelio. Es un líquido a base de agua que contiene proteínas, carbohidratos, sales y algunas células. Los principales tipos de proteínas son las conocidas como mucinas. Están unidas a azúcares lo que les permite absorber grandes cantidades de agua, pudiendo formar geles. Esto da al moco su consistencia característica y propiedades humectantes. La mucosidad es fundamental para la buena salud. Por ejemplo, muchos de los patógenos que se respiran o ingieren mientras comemos o bebemos se pegan al moco que recubre el tracto respiratorio y gastrointestinal. Los patógenos que se pegan a la mucosidad no pueden entrar en contacto con la membrana de las células del epitelio, evitando así que puedan infectarlas. Esos patógenos quedan envueltos en la mucosidad y son expulsados con la tos, los estornudos, al sonarnos la nariz, o son destruidos en el ambiente ácido del estómago. Si sí, inconscientemente nos “comemos” literalmente los mocos, pero para bien.

Pero… ¿Y los mocos de la nariz? Bueno, ésos son los mocos o la mucosidad producida por el sistema respiratorio. Suele llamarse también mucosidad nasal, y en algunos casos flema. El moco nasal se produce en la parte posterior de la nariz, mientras que la flema describe el moco del resto de las vías respiratorias y se utiliza normalmente para describir lo que se escupe.

El ejército inmunitario en combate

El color de la mucosidad nasal puede ayudar a indicar la salud de la persona que lo produce. En un estado de salud normal nuestra mucosidad suele ser trasparente, pero en el momento en el que nos refriamos solemos producir una mayor cantidad de mocos y según va avanzando el mismo éstos, muchas veces terminan siendo de color verde. ¿Por qué?

A pesar de las barreras protectoras mencionadas, en ocasiones las medidas preventivas fallan y algunos patógenos logran entrar en los tejidos subcutáneos. Cuando alguno de ellos entra en contacto con las células del huésped debajo de la capa de mucosidad, son capaces de entrar en las células y comienzan una infección. Lo mismo ocurre cuando nos lastimamos la piel. Es en estos casos cuando la parte más combativa de nuestro sistema inmunitario entra en juego. En principio, tendrá lugar lo que se conoce como la respuesta inmune innata, la respuesta no específica del cuerpo a los patógenos, y luego la respuesta inmune adquirida o específica.

Cuando nos resfriamos, en general, nuestra principal lucha contra la enfermedad consiste en té caliente, reposo y descongestivos. Sin embargo, nuestro cuerpo hace lo propio combatiendo los patógenos con el sistema inmunitario en plena acción. A los “soldados” celulares del ejército inmunitario se les denomina genéricamente leucocitos o glóbulos blancos; todos residen en la sangre. Pueden ser de diferentes tipos, macrófagos, neutrófilos y otras células implicadas en la respuesta innata, así como los linfocitos responsables de la inmunidad adquirida. De todos ellos, los neutrófilos son los principales jugadores de la respuesta innata o primera barrera protectora, y los que estarán luchando junto con nuestro té caliente. En este caso, los neutrófilos se reúnen en la mucosidad nasal para combatir la infección allí. Los neutrófilos destruyen las células invasoras por fagocitosis, es decir, las engloban o engullen (no te pierdas este video). Cuando las células invasoras están dentro de los neutrófilos, son eliminadas a través de un complejo sistema de componentes tóxicos, uno de los cuales es de color verde, y le dará finalmente ese particular color al moco.

Una muerte que deja color

Créditos: Woodley wonderworks – Flickr.

Los neutrófilos son el tipo más abundantes de glóbulos blancos. Estas células están especializadas en la fagocitosis, e ingieren microbios, particularmente bacterias. Al ingerirlas, las mismas quedan en compartimentos degradativos intracelulares denominados fagosomas, donde mueren. Los neutrófilos contienen un tipo particular de proteína implicada en la eliminación de los patógenos llamada mieloperoxidasa. Se trata de una enzima que cataliza diversas reacciones que permiten la formación de sustancias tóxicas dentro de los fagosomas. Tiene un grupo “hemo” que contiene hierro, de forma similar al que posee la hemoglobina, y es precisamente ese hierro el que en el ambiente de la mucosidad se torna de color verde.
Después de que han estado luchando contra la infección por un tiempo, los neutrófilos mueren, se “rompen” y derraman su mieloperoxidasa en el moco. Una vez que se libera la mieloperoxidasa, el color verde por alguna razón se hace más prominente que cuando se encuentra en las células, dando al moco esa coloración.

Cloro para desinfectar nuestras casas y también nuestros cuerpos

Créditos: Daniel Oines – Flickr.

Las sustancias tóxicas dentro de los fagosomas responsables de eliminar las bacterias incluyen lisozima, una enzima que degrada las paredes bacterianas, y sustancias oxidantes muy potentes, una de las cuales es sintetizada por la mieloperoxidasa. Esta enzima cataliza la producción de ácido hipocloroso (HOCl) que actúa como un potente antimicrobiano, y es el mismo que se produce cuando la lejía o lavandina, que utilizamos comúnmente para desinfectar, se ponen en contacto con agua. Así que, nuestro cuerpo no solo expulsa mocos verdes cuando tenemos una infección, sino que ¡utiliza cloro para matar los microbios!

Bibliografía consultada:

-Biologia, 3ª Ed. Scott Freeman , Addison-Wesley, 2009.
-Klebanoff SJ, Kettle AJ, Rosen H, Winterbourn CC, Nauseef WM. Myeloperoxidase: a front-line defender against phagocytosed microorganisms. Journal of Leukocyte Biology. 2013;93(2):185-198. doi:10.1189/jlb.0712349.
-Federico Garciá Lorca. Romance Sonánbulo.
-What Makes Snot Turn Green? Scienceline
Heme-Peroxidase Biochemistry: Pulling Surprises From Their Pockets by Tony Kettle, Ph.D. www.sfrbm.org 
-Fiedler TJ1, Davey CA, Fenna RE. 2000. X-ray crystal structure and characterization of halide-binding sites of human myeloperoxidase at 1.8 A resolution. J Biol Chem. 21;275(16):11964-71. doi: 10.1074/jbc.275.16.11964

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