En ocasiones, la naturaleza nos sorprende y nos descubre seres vivos de otro tiempo que creíamos extintos (especies lázaro). Las razones para que esto ocurra son diversas; falta de medios humanos y técnicos para la investigación o la dificultad de acceso a ciertos ecosistemas. Algunos ejemplos son el Lagarto Gigante de la Palma, considerado extinto hace 500 años, o la Rata pigmea de las montañas. En este post me centraré en una especie de pez particularmente curioso, el celacanto, un auténtico nadador de otro tiempo que da cuenta de la evolución de los animales tetrápodos.
Conociendo al celacanto
Se trata de un pez de casi 2 metros de largo que puede pesar hasta 90 kg. Tiene dos pares de aletas lobuladas (Sarcopterigios) que se extienden desde el cuerpo hacia afuera y que mueven alternativamente como si se tratase de un par de patas. Estos peces tienen un conducto llamado notocordio (relleno de un líquido aceitoso), en lugar de una espina dorsal. En la mayoría de los vertebrados, el notocordio es reemplazado por la columna vertebral a medida que el embrión se desarrolla. También posee escamas gruesas y un órgano electro-sensor, cerca del hocico, que le ayuda a detectar a sus presas.
Son animales depredadores y tienen una articulación intercraneal que le permite agrandar la boca para tragar presas de gran tamaño.
Es una criatura abisal que vive en profundidades de hasta 700 metros de profundidad y sube a la superficie para alimentarse. Son, también, animales increíblemente longevos, pueden vivir hasta 100 años.
Lo interesante del celacanto es que se considera un fósil viviente debido a sus inusuales características y a su extremadamente baja tasa de evolución genética, lo que hace que permanezca prácticamente igual a sus ancestros de hace 400 millones de años.
Descifrando su genoma
Parece claro que el estudio del genoma de una especie tan antigua puede darnos claves para entender la evolución animal en la Tierra. ¿Por qué? Los anfibios, reptiles, mamíferos y las aves se encuentran dentro de la superclase Tetrapoda (“cuatro patas”). Los primeros tetrápodos eran anfibios y evolucionaron hace aproximadamente 395 millones de años a partir de peces de aletas lobuladas (Sarcopterygii). En efecto, los datos muestran que el celacanto posee la secuencia más próxima a nuestro ancestro acuático más reciente, los Osteíctios (peces óseos). Por ende, es una oportunidad única para identificar cambios genéticos asociados a la exitosa transición de los vertebrados al medio terrestre.
Para entender esto, se identificaron genes comunes presentes en los últimos antecesores de los Osteíctios, pero que faltan en el genoma de los tetrápodos. Así, se identificaron 50 genes perdidos: 13 genes del desarrollo de las aletas, 8 genes del desarrollo del oído, 7 genes del desarrollo del riñón, 11 de la cola, 13 del ojo y 23 del cerebro, además de cambios en genes que codifican para componentes del ciclo de la urea. Estos cambios reflejan las adaptaciones morfológicas que tuvieron que sufrir los vertebrados para adaptarse al nuevo medio terrestre.
Especie lázaro
Los celacantos datan del Devónico (hace aproximadamente 400 millones de años). Se creían desaparecidos hace unos 65 millones de años, en la época de los dinosaurios, durante el Cretácico, hasta que en 1938, un ejemplar vivo fue descubierto cerca de las costas de Sudáfrica.
Más tarde, se descubrieron otros ejemplares en zonas del Océano Índico y el Océano Pacifico. Actualmente, se piensa que solo hay un género (Latimeria spp.) viviente con dos especies. Estos hechos son considerados unos de los hallazgos más notables del siglo XX para la disciplina Zoología. Probablemente, su carácter esquivo, la profundidad de sus hábitats y el registro fósil, fue lo que llevo a los expertos a considerarlo extinto.
El celacanto puede dar respuestas acerca de nuestros propios ancestros, cuyas aletas fueron convirtiéndose en extremidades, permitiendo que la biodiversidad dejara de ser solo acuática para convertirse también en terrestre.
Bibliografía consultada
- Amemiya C.T. et al. Analysis of the African coelacanth genome sheds light on tetrapod evolution. Nature 2013, 496(7445):311-316.
- Nelson, 2006. Fishes of the world (4th Edition). Ed. John Wiley and Sons. NY
- Web NationalGeographic
Autor:
Javier Sánchez Maggiora. Licenciado en Biología y Biotecnología. «Me gusta escribir y difundir mis conocimientos, aprendiendo a su vez en el proceso». Linkedin. Colaborador de España