Aportes para una enfermedad que no perdonó ni a Darwin

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El origen de las especies (1859), escrito por el incansable naturista inglés Chales Darwin, no fue un trabajo para nada sencillo de llevar adelante. No solo por lo que significó volcar en él la basta información recogida en su viaje abordo del Beagle, sino por la escasa salud de la que gozaba al autor. Darwin apenas lograba trabajar durante un máximo de tres o cuatro horas diarias, recostado en el sofá de su biblioteca y sufriendo dolorosas molestias intestinales, vómitos frecuentes e insomnio por las noches. Numerosos análisis y estudios de sus escritos han revelado que el naturista arrastró durante su vida las secuelas de la Enfermedad de Chagas, la cual habría contraído probablemente cuando recorría El Chaco argentino en 1834 y que le habría causado la muerte en 1882.

«Vinchuca” (Triatoma infestans). Fuente: Monlab.

La enfermedad de Chagas, conocida también como tripanosomiasis americana y descripta por primera vez hace más de un siglo por el médico brasileño Carlos Chagas, es una parasitosis producida por el protozoo flagelado Trypanosoma cruzi. El mismo es transmitido a los animales y a los seres humanos a través de insectos vectores que se encuentran solamente en las Américas (especialmente en las zonas rurales). Puedes acceder a un esquema de su Ciclo de vida pinchando aquí. Estos insectos son conocidos en la Argentina y países vecinos con el nombre vulgar de «vinchucas«.

La enfermedad de Chagas se caracteriza por una fase aguda, en la que puede producirse la muerte del infectado, aunque a veces es asintomática. A ésta, le sigue una segunda fase indeterminada, que puede durar de 10 a 30 años, y una tercera, crónica, que se manifiesta con dolor digestivo, complicaciones neurológicas y problemas cardíacos. Estos últimos pueden acabar con la vida del paciente u obligarles a llevar marcapasos o a un trasplante.

Esta enfermedad, que era originariamente una patología endémica de zonas rurales de Latinoamérica, se ha ido extendiendo a otros continentes como consecuencia de los flujos migratorios, afectando actualmente a países no endémicos de América y el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) hoy en día afecta a más de 10 millones de personas en todo el mundo. Por ejemplo en España, la enfermedad ha crecido rápidamente en lo que va de siglo y existen más de 68 mil personas que la padecen, la mayoría de ellos ciudadanos latinoamericanos o españoles que han vivido en aquel continente, “desde México hasta Argentina”.

Además del insecto vector, existen otras vías de transmisión de la enfermedad, que prevalecen sobre todo en los países donde no existe el insecto, como es el caso de España u otros países no endémicos. Estas otras vías son: por medio de transfusiones de sangre, trasplantes de órganos de personas con la enfermedad o de madres a hijos (algo que ocurre en el siete por ciento de los casos), por lo que se trata ya de un problema de salud pública. Debido a esto, un diagnóstico adecuado y precoz es fundamental para evitar contagios de dicha enfermedad. Actualmente los bancos de sangre de muchos países realizan análisis para detectar la enfermedad de Chagas, lo que les permite a los bancos destruir la sangre potencialmente infecciosa antes de que sea utilizada.

Dra. Claudia Elena

Para saber un poco más acerca de este tema dialogamos con la Dra. Claudia Elena, que al momento de realizar la entrevista, era becaria post-doctoral del Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR), Argentina, y trabajaba en el desarrollo de nuevas herramientas para la detección de la enfermedad del Chagas.

Claudia se graduó como bioquímica en la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de Rosario, UNR (Argentina) y es actualmente docente en dicha institución. Luego de un breve paso por laboratorios de análisis clínicos, inició sus estudios de postgrado obteniendo su título de Doctora a comienzos de este año. Ha trabajado investigando procesos de proliferación y diferenciación celular, y actualmente se desempeña como becaria post-doctoral en el laboratorio de «Ingeniería genética y tecnología de fermentación» del IBR.

Al comienzo de nuestro diálogo le preguntamos acerca de sus motivaciones para con su profesión, para lo que Claudia comentó: “Creo que no hay una única respuesta para esta pregunta sino que fueron una serie de circunstancias y de ideas las que me llevaron a tomar la decisión de estudiar bioquímica. Si bien al comienzo, poco es lo que se sabe sobre el trabajo diario del profesional, mis inquietudes en las Ciencias Biológicas y en particular, su aplicación en Ciencias de la Salud fueron las que me motivaron a iniciar mis estudios en esta carrera.

Al preguntarle acerca de sus investigaciones Claudia nos menciona que está “… trabajando en el desarrollo de herramientas de biología sintética para su aplicación en la obtención de proteínas quiméricas conteniendo múltiples epitopes, un conjunto de palabras difíciles de repetir.

Ahora bien…. ¿Qué relación posee con el Chagas este complejo entramado de frases?

Como mencionamos anteriormente, la detección de la enfermedad del Chagas en bancos de sangre es tarea rutinaria en muchos de ellos. Dichos análisis se llevan adelante utilizando un kit diagnóstico que permite la detección (si los hubiese) de anticuerpos en la sangre del paciente contra algunas proteínas del parásito (T. cruzi).

¿Cómo funcionan estos kits?

Un kit es un conjunto de piezas o instrumentos que sirven para realizar alguna función. En el caso particular de un kit diagnóstico, se trata de un conjunto de componentes y sustancias químicas que permiten analizar, bajo condiciones estandarizadas y controladas, o bien muestras de suero u orina, entre otras, en busca de evidencia de una determinada patología o condición clínica. Muchos kits son “inmunoenzimáticos”, es decir que utilizan en algún momento tanto anticuerpos como enzimas.

Un anticuerpo es una especie de “cerradura”, que será capaz de “encajar” con una determinada “llave”. En muchos casos, los kits diagnósticos son desarrollados con solo algunos tipos diferentes de proteínas (llaves en nuestra analogía), por lo que no serán capaces de unirse a todos los anticuerpos, es decir, no serán capaces de encontrar su cerradura. Cada una de estas proteínas del kit posee una parte muy importante, denominada epítope, la cual le permitirá unirse al anticuerpo. Si bien un kit puede tener todas las posibles proteínas conocidas hasta el momento, en lo que refiere a una patología o condición determinada; puede suceder que solo contenga alguna de éstas proteínas, o que existan proteínas desconocidas, y por ende, no sean incluidas en el kit. Por ello, en algunos casos se recurre al “diseño de proteínas a medida”.

En palabras de Claudia “Entre sus múltiples aplicaciones, la utilización de herramientas de biología sintética puede contribuir a la producción de nuevas proteínas, en este proyecto en particular, para su uso en ensayos de diagnóstico clínico. La expresión de genes rediseñados no disponibles en la naturaleza permitirá mejorar la calidad de dichos ensayos utilizando proteínas ‘quiméricas’ sintéticas, es decir se buscara combinar distintos ’epitopes’ o bien, diferentes ‘partes’ provenientes de distintas proteínas antigénicas expresadas en una única proteína. En este proyecto de investigación utilizaremos fragmentos de ADN codificantes para distintos epitopes de Trypanosma cruzi (…) las proteínas multi-epitope obtenidas podrán utilizarse para la elaboración de kits diagnóstico sensibles y económicos (…)”

Es decir, que al tener muchas más llaves “nuevas” que probar, seguramente se encontraran todas las cerraduras que podrían existir, salvando así algunas de las desventajas actuales de los kits, como ser su escasa sensibilidad para la detección en las primeras semanas de infección, y también sus costos.

Si bien parece claro el impacto de sus investigaciones, en lo que refiere a futuros beneficios a nivel de salud pública, respecto a esto Claudia nos comenta lo siguiente: Es difícil ’medir’ el impacto de la investigación científica en general sobre la vida cotidiana de las personas. Considero que cada uno de nosotros contribuye con un pequeño ’granito de arena’ para conformar el conocimiento especifico de determinada área o disciplina científica…” Y aclara: “El trabajo científico es un trabajo silencioso, que requiere del esfuerzo no de una única persona sino de un grupo de investigación con fines comunes y de políticas y aportes (tanto estatales como privados) que acompañen el financiamiento y el desarrollo de los mismos.

Por último y respecto a la divulgación de los resultados de sus investigaciones la Dra. Claudia Elena nos hace un comentario sumamente relevante: La ‘divulgación’ científica excede el hecho de la difusión del conocimiento y avances dentro del mundo científico (…) podría considerarse un gran aporte en la educación como en la calidad de vida de las personas. En mi opinión, el hecho de que cada dia se le otorgue mas relevancia a este punto, permitirá un mayor aporte de la sociedad en el desarrollo de las investigaciones científicas, y al mismo tiempo permitirá evidenciar las nuevas necesidades que surjan y que puedan ayudar a ser resueltas a través de avances en el campo científico”.

El campo de sus investigaciones puede resultar un entramado complejo de descifrar, no así sus palabras respecto a este último punto. Agradecemos enormemente a la Dra. Claudia Elena, por brindarnos su tiempo y también sus profundas opiniones.

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