Así como hace tiempo investigamos que ocurre con los caballitos de mar en “Machos que dan a luz”, la protagonista de hoy es Rhinoderma darwinii o la ranita de Darwin. Tiene un extraordinario método de cuidado de la progenie que la distingue de los otros 6.700 anfibios descriptos. Este es otro caso interesante, donde, la mayoría del trabajo, le toca al padre.
La ranita de Darwin
Rhinoderma darwinii fue nombrada en honor a Charles Darwin en su viaje alrededor del mundo en el HMS Beagle. Mide entre 2 y 3 cm (de punta a punta) y se alimenta de insectos. Su coloración puede variar según el espécimen, pero puede ir del amarillo, pasar por el verde o incluso el marrón.
Esta especie es endémica del bosque austral de Chile y Argentina, y está clasificada como “vulnerable” según la IUCN debido a una disminución de la población observada, estimada en más de un 30% en los últimos diez años.

Su reproducción
La época reproductiva comienza en diciembre y se da hasta finales de enero. La fecundación es externa, como en muchos otros anfibios. Es decir que, durante la época reproductiva, machos y hembras se encuentran y ambos, durante el abrazo dorsal o “amplexus”, deponen sus gametos (ovocitos y espermatozoides). Ya fecundados, los huevos quedan en el suelo húmedo y le toca al macho el resto del asunto.
¿Y ahora? ¿quién los cuida?
Cualquier comportamiento de un parental hacia su descendencia, que aumente las posibilidades de su supervivencia es considerado “cuidado parental”. Esta es una adaptación evolutiva en la que el/la/los padre/madre/padres emplea/n parte de su “presupuesto” en aumentar las posibilidades reproductivas de su descendencia, incluso a costa de su propia vida o reproducción futura.
Para el caso de R darwinii, el cuidado parental consiste en que el macho aloja los huevos fecundados en un saco vocal, hasta que se desarrollan. Este proceso es llamado neomelia. No se sabe con certeza el número de huevos que puede alojar pero hay registros de entre 10 y 14.
Los machos de R. darwinii cuidan de los embriones hasta que se hayan desarrollado en juveniles y culminen su metamorfosis. Esto quiere decir que los renacuajos que se alimentan de sus reservas de vitelo (parte del huevo que contiene nutrientes para el futuro embrión), pasarán a tener aspecto de ranita al terminar este proceso de cambios estructurales y fisiológicos.
Una vez que termine la metamorfosis, los investigadores suponen que los machos segregan una sustancia especial que podría ser un aporte nutricional para la progenie.
Al igual que en la mayoría de las otras especies de anfibios anuros, apenas ocurre la metamorfosis, el juvenil comienza su vida libre. En este caso, no se conoce cómo, el macho sabe que es el momento de separarse de sus pequeños por lo que los regurgita (vomita) al medio exterior.
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Dentro de los anfibios hay otros casos y tipos de cuidado parental, como por ejemplo llevar los huevos fecundados adheridos en las extremidades, como se ha descrito en Alytes obstetricans, o llevar los huevos “incrustados” en el lomo, como lo hacen las hembras de Pipa pipa. Sin embargo, la peculiaridad de esta especie, que la hace única, es este tipo tan especial de cuidado parental. Esta adaptación se puede comparar con la que ocurre en los machos caballitos de mar. ¡Bellezas conocidas de la biología reproductiva!
Referencias bibliográficas:
- Soto-Azat C & A Valenzuela-sánchez (2012) Conservación de anfibios de Chile. Universidad Nacional Andrés Bello, Santiago, Chile.
- Reproductive Biology and Philogeny of Anura.
- Bürger O. (1905) La neomelia de la Rhinoderma darwinii D & B. Imprenta Cervantes, Santiago de Chile.