Las enfermedades que puede guardar un beso…

Besar a una persona con intercambio de fluidos puede representar un riesgo en la transmisión de numerosos agentes infecciosos. A pesar de ello, las probabilidades de contraer una enfermedad por esta vía no son tan elevadas como podríamos imaginar.
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La unión de los labios de dos personas es una forma apasionada de transmitir y despertar sentimientos. Pero en un beso debe ocurrir, por propia definición, un intercambio y unión de fluidos corporales, principalmente saliva. Esto hace que una muestra tal de afecto pueda representar un foco importante de numerosas y curiosas enfermedades microbianas (perteneciente a varias de las ramas del árbol de la vida, o incluso, virus).

Hongos…

Candida albicans /Créditos: wikimedia

Candida albicans es el nombre científico con el que se conoce al hongo (levadura) causal de la infección por candidiasis, la enfermedad de transmisión sexual (ETS) más extendida por todo el mundo. Generalmente, es una enfermedad que se manifiesta a nivel superficial de los epitelios, es decir, en los tejidos que recubren las cavidades y las superficies estructurales de todo el cuerpo, pero si afecta al organismo a nivel sistémico (en pacientes inmunodeprimidos) representa una infección mortal. El ataque del patógeno en las mucosas de la boca provoca la formación de lesiones rojizas que sangran fácilmente y están cubiertas de una capa blanquecina. Estas lesiones molestan mucho y despiertan intenso picor.

Bacterias…

Una de las enfermedades bucales más conocidas y ampliamente distribuidas es la caries dental. En esta enfermedad se produce la destrucción de los tejidos de los dientes como consecuencia de los ácidos formados por las bacterias de la boca. En primer lugar, se destruye el esmalte y la dentina, hasta alcanzar la pulpa dentaria (tejidos con irrigación sanguínea y terminaciones nerviosas), allí se produce su inflamación y posterior necrosis. Una falta de tratamiento correcto de la infección dental por caries puede llegar a producir la denominada como angina de Ludwig, en la cual la infección se extiende por toda la boca, provocando la masiva acumulación de pus por toda la cara, el cuello y los pulmones, pudiendo terminar con la muerte del paciente. Los principales géneros bacterianos implicados en la caries, y posiblemente transmitidos en un beso, son Streptococcus, Actynomyces y Lactobacillus.

Prosiguiendo con las enfermedades bacterianas, Neiseria meningitidis es uno de los agentes causales de la meningitis (también hay virus y diferentes compuestos químicos que la provocan), enfermedad caracterizada por la inflamación de las meninges o membranas que cubren el cerebro. Esta inflamación es potencialmente letal y puede provocar graves daños en el cerebro. N. meningitidis habita generalmente en la nariz y garganta de individuos sanos, pero si afecta a pacientes inmunodeprimidos puede incluso llegar a invadir el torrente sanguíneo, provocando la denominada como meningococemia o enfermedad púrpura fulminante, en la cual, de forma muy rápida, se produce una septicemia (infección global del organismo), la coagulación de la sangre dentro de los vasos sanguíneos, y la muerte. Su forma de transmisión es a través de la saliva o las microgotitas que se exhalan en la respiración, al toser o estornudar.

Virus…

La enfermedad más ampliamente conocida y transmitida en esta apasionada acción entre dos personas es la denominada como “enfermedad del beso” o mononucleosis infecciosa, causada por el virus de Epstein Barr, perteneciente a la familia de los herpes-virus.

Microscópica electrónica de dos viriones del virus de Epstein Barr / créditos wikimedia.

La transmisión de este virus ocurre únicamente a través de la saliva. Los síntomas de la enfermedad incluyen fiebre, inflamación de los ganglios linfáticos, faringitis, aparición de erupciones en la piel, dolor de cabeza, cansancio y malestar general. Una vez que se sufre la enfermedad, el virus queda aislado en el organismo de forma inactiva, pudiéndose “despertar” o volverse nuevamente activo al sufrir una disminución brusca en el sistema inmunológico.

Relacionado con el anterior, también es ampliamente conocida la transmisión del virus del herpes simple a través de los besos. Esta enfermedad vírica se caracteriza por la formación de vesículas en la piel de los labios (principalmente), la boca o la cara. No existe un tratamiento capaz de eliminar al virus de nuestro organismo, y una vez superamos un episodio de la enfermedad, y se han curado las lesiones cutáneas, el virus migra hacia los ganglios y aguarda en latencia a que ocurra de nuevo un descenso en nuestra respuesta inmunológica. La transmisión ocurre cuando el virus forma las vesículas cutáneas. Aunque el virus herpes simplex de tipo I, descrito en este párrafo, también puede afectar los órganos genitales, en este caso lo más común es encontrar el de tipo II, el cual también puede atacar a la boca.

Microfotografía electrónica de un virus del papiloma humano / créditos wikimedia.

En relación con el anterior, no debemos confundir las ampollas causadas por el virus del herpes con las verrugas formadas por el virus del papiloma humano. Aunque su transmisión a partir de un beso es bastante improbable, las posibilidades aumentan considerablemente si la pareja presenta verrugas en la boca a causa de una transmisión por vía sexual.

Otros ejemplos más comunes y ampliamente tenidos en cuenta por todo el mundo en el momento del beso, los encontramos en enfermedades como el resfriado común o la gripe. La primera de ellas está provocada por un rinovirus que ataca los tejidos situados entre la nariz y la laringe, por lo que su transmisión ocurre a través de saliva y/o secreciones mucosas. Es una enfermedad que afecta con mayor frecuencia a edades infantiles y está caracterizada por dolor de garganta, congestión nasal, fiebre y malestar general, con una duración normalmente inferior a las tres semanas. Por otro lado, no debemos confundir el resfriado común con la gripe, enfermedad causada por influenza-virus de tipo A y B. Estos virus también afectan al sistema respiratorio, pero se extienden más fácilmente a los bronquios y los pulmones, pudiendo alcanzar también numerosos músculos, el corazón y hasta el cerebro. Su transmisión ocurre exactamente igual que en el caso anterior, pero los síntomas difieren en los primeros momentos de la enfermedad, donde el paciente puede mostrar debilidad, dolor muscular, fiebre alta, problemas estomacales y dolor de cabeza.

Un ejemplo aún más curioso a edades adultas es el de la transmisión a través de un beso del virus varicela-zóster, perteneciente a la familia de los herpes-virus, y agente causal de la varicela y el herpes-zóster. Lo normal es que su transmisión ocurra entre niños menores de 9 años, pues en adolescentes y adultos se producen graves complicaciones, por afectación de los pulmones. Los síntomas más característicos se basan en la aparición inicial de fiebre, seguida de la formación de pequeñas lesiones cutáneas por todo el cuerpo, las cuales forman vesículas y costras que caerán en un par de semanas. Las formas de evitar el contagio de la enfermedad en la edad adulta se basan en la vacunación con virus atenuados o en simplemente sufrir la enfermedad cuando se es niño, pues crea inmunidad permanente (sólo se sufre una vez en la vida). A pesar de ello, el virus queda en nuestro cuerpo de forma latente en las células ganglionares de los nervios sensoriales. Si ocurriera una reactivación del virus a lo largo de nuestra vida se produce la enfermedad denominada como herpes-zóster, culebrilla o culebrón, que afecta a los nervios periféricos y se caracteriza por la formación de numerosas ampollas agrupadas y muy dolorosas. Una vez superado el ataque del virus, el paciente puede presentar de forma crónica la denominada como neuralgia pos-herpética, en la cual el dolor jamás desaparece, aunque ya no haya ampollas.

Otra enfermedad vírica con amplias posibilidades de ser transmitida a través de un beso es la conocida como paperas o paratoditis, caracterizada por la inflamación de las glándulas salivares parótidas. Está provocada por un paramixo-virus que afecta con mayor frecuencia a niños y adolescentes, creando inmunidad de por vida. Su ataque puede provocar graves complicaciones, sobre todo en adultos, al atacar a otras glándulas del cuerpo y producir meningitis e inflamación de los testículos, pudiendo causar infertilidad permanente.

Por último, aunque es muy poco probable, pues se necesita que ambas personas presenten heridas abiertas en la boca, existe la posibilidad de transmisión del virus de la hepatitis B, que ataca al hígado y produce inflamación y necrosis de los tejidos. Es una enfermedad que puede llegar a acabar con el hígado y provocar la muerte del paciente afectado.

Microscópica electrónica de viriones de hepatitis B / créditos wikimedia.

A la vista de todos los ejemplos mostrados, queda claro que el simple acto de besar a una persona con intercambio de fluidos puede representar un riesgo en la transmisión de numerosos microorganismos. A pesar de ello, las probabilidades de contraer una enfermedad por esta vía no son tan elevadas como podríamos imaginar, y simplemente siendo conscientes de los riesgos y conociendo la situación sanitaria de la persona con la que ocurre el contacto, puede evitarse el problema. Además, estos mismos riesgos se corren no solo en el acto de un beso, sino también con otras acciones imprudentes como compartir un cepillo de dientes o beber del mismo vaso que otras personas.

“La ciencia que no es divulgada hacia la sociedad es como si no existiera”

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