Hace unos días vi un documental que me hizo reflexionar sobre un tema muy complejo: la ciencia al servicio de “algo”, mejor dicho, de “alguien”, siendo éstos, en general, intereses de corporaciones o empresas. Es evidente que, en nombre del progreso, algunas personas anteponen el beneficio económico inmediato sin importar si se pone en riesgo el entorno o la salud de las personas u otros seres vivos. Sin embargo, a veces, esto no resulta tan simple de ver. Hoy podemos ser testigos de profundos debates sobre temas científicos donde se muestran datos no siempre ciertos, o, en todo caso, solo se muestran “una parte de ellos”. Se ponen en duda saberes probados por experimentación hace ya muchos años. En los debates se le atribuye a la ciencia el discutible papel de creadora de opinión, se manipula información, minando su credibilidad. ¿Cómo ocurre esto? ¿Cuáles son sus consecuencias? Acompáñame con unos minutos de lectura y, luego, disfruta del documental.
La duda
Cuando decidí estudiar la carrera de grado, una de las grandes motivaciones era que a través de la ciencia podía llegar a responder preguntas de forma objetiva, podía llegar a “conocer” cosas que se desconocen y ayudar a solucionar grandes problemas de salud de la humanidad. Sí, en aquella época me interesaban mucho las ciencias biotecnológicas aplicadas a la salud… Al transitar por la universidad fui descubriendo otras disciplinas que me cautivaron, y dejé de lado aquellos temas. Aunque en aquel momento desconocía el significado y las implicancias de cuestiones como la epistemología y la historia de la ciencia, la ciencia me parecía bella y a la vez una herramienta maravillosa para ayudar a la humanidad. Y lo sigue siendo. Hacerse preguntas, investigar y reflexionar, ejercicios típicos de la ciencia, me resultaban y resultan fascinantes. El pensamiento crítico, la duda; una dupla hermosa. Ya lo dijo el filósofo y escritor francés Francois Voltaire: “La ignorancia afirma o niega rotundamente; la ciencia duda”.
Pero ¡cuidado!, sin hechos que lo sustenten, ¿es correcto dudar de absolutamente todo?, tirar por tierra saberes y conocimientos obtenidos científicamente, o desacreditar voces que hablan en base a fundamentos. Hoy observo con incredulidad cómo esta duda está llegando a límites insospechados y peligrosos… Cada vez que me asomo a algunas redes sociales o leo las noticias, me invade la preocupación sobre el hecho de que se “dude” todo el tiempo de conocimientos científicos ya establecidos y probados rigurosamente. Que cualquier “opinión” sea transformada en un “saber” sin que se haya aplicado ningún tipo de metodología científica. Me inquieta que se pongan en riesgo muchas cuestiones que tienen influencia directa sobra la salud pública, como por ejemplo las vacunas o el hecho de que la tierra es esférica, entre otras. Pero también me pregunto… ¿No será que, en el fondo, muchas cuestiones turbias han alimentado esta situación?
Recapitulando…
La ciencia es una forma de conocer la realidad, constituye un intento lógico, objetivo y repetible de comprender las fuerzas y principios que operan en el universo. No es dogmática y debe entenderse como un proceso que avanza PROBANDO Y EVALUANDO. Es un saber crítico que justifica y comprueba lo que dice. Que pone a prueba hipótesis mediante experimentación. Las personas que hacen ciencia no aceptan la información simplemente porque alguien dice que es verdad. Ellos evalúan la evidencia de apoyo y encuentran explicaciones alternativas. Es decir, emplean siempre un pensamiento crítico.
Durante mucho tiempo el conocimiento científico estuvo vedado para la mayoría de las personas ajenas a la ciencia. La divulgación científica era algo “mal visto” entre muchos de los colegas del mundillo científico, incluso muchas personas lo consideraban una pérdida de tiempo. Si bien queda un enorme camino por recorrer en los aportes a la cultura científica de las sociedades, hoy, muchas más personas tienen acceso a los saberes científicos. Pero tener acceso a ellos, comprenderlos y que resulten útiles en la vida cotidiana de las personas es algo muy diferente a usarlos como herramienta de poder o manipulación, algo que, como verán, han hecho algunas organizaciones o personas. Los ejemplos en la historia abundan.
El documental
Sobre la base de varios escándalos medioambientales y de salud, el documental titulado “Bulos y certezas. ¿Por qué dudamos de la ciencia?” muestra las estrategias de instrumentalización de la ciencia, es decir, cómo se ha empleado a la ciencia para conseguir ciertos fines. Se trata de una producción de la DW (Deutsche Welle), el servicio de radiodifusión internacional alemán financiado por el presupuesto fiscal federal germano.
¿Por qué tuvieron que pasar décadas hasta que el tabaco fue considerado definitivamente como perjudicial para la salud? ¿Por qué muchas personas siguen creyendo que el cambio climático no es obra humana? ¿Por qué no queremos aceptar que los pesticidas son los responsables de la extinción de poblaciones de abejas?, constituyen algunos de los interrogantes que se abordan el documental.
¿Cómo se llegó a esto? Si bien se sospechaba que la industria ocultaba ante la opinión pública información que podría reducir sus beneficios y que influía en el debate público para ralentizar la toma de decisiones. Pero lo que se desconocía hasta la fecha eran las refinadas estrategias que emplea para someter a la ciencia a sus intereses. Para ello, el rol de una disciplina que hasta el momento era desconocida para mí, la agnotología, resulta fundamental. La misma aborda el estudio de la ignorancia o duda culturalmente inducida, especialmente a la publicación de datos científicos erróneos o tendenciosos.
A partir del ejemplo de grandes escándalos empresariales, los agnotólogos ponen en evidencia los métodos con los que se impide divulgar el conocimiento: se manipulan series de datos y se falsean protocolos de experimentos. También, que ciertas organizaciones ponen en duda específicamente datos científicos para obstaculizar el progreso en ámbitos sensibles. De esta forma demuestran cómo esquemas inconscientes de pensamiento y comportamiento mueven a las personas a privilegiar la ignorancia sobre la adquisición de conocimiento.
Como decía, los ejemplos en la historia abundan, al igual que las películas sobre este tema. Es hora de que los conflictos de intereses puedan dejarse de lado. Necesitamos que las personas puedan confiar en los saberes científicos. Necesitamos más personas haciendo ciencia al servicio de los beneficios de toda la humanidad. Por último, comparto una reflexión que aprendí con el paso de los años en mi carrera científica: la ciencia no es “buena” o “mala”, son los usos que los seres humanos han hecho de los conocimientos científicos los que pueden someterse a juicios éticos.